Es evidente que estas definiciones son demasiado estrechas y no abarcan en su totalidad todas las funciones que enmarcan la educación en los ámbitos axiológicos, epistemológicos, antropológicos y fin de la educación. Eric Bredo es del criterio de que “La Filosofía de la Educación parece estar experimentando una marginalización creciente hoy. El dilema central que enfrenta este campo es encontrar la forma de ser, tanto académicamente buena, como importante para los practicantes” (Bredo.2013. p.265).
Las funciones de la Filosofía de la Educación permiten conceptuar la educación y la formación de médicos como un fenómeno social complejo, teniendo como principio que la formación de un nuevo médico debe partir de su esencia y existencia propia. La educación y formación de médicos por su complejidad requiere de un análisis interdisciplinario, ya que en ella interactúan diversas disciplinas propias de las Ciencias Médicas y particulares entre las que se encuentran la Pedagogía y la Filosofía de la Educación. En ellas intervienen, de forma integrada, diversos factores sociales, psicológicos, políticos, culturales y económicos.
Cuando se examinan los múltiples criterios referidos a la definición de Filosofía de la Educación, es factible concluir que esta constituye una ciencia imprescindible para la Educación, aportándole a las demás disciplinas particulares que conforman las Ciencias de la Educación su verdadera esencia y significación. Carlos Delgado reflexiona que la Filosofía de la Educación no tiene carácter científico ya que “…el carácter no científico de esta disciplina le permite brindar proyecciones teóricas y metodológicas a la pedagogía haciendo posible que cumpla las funciones heurísticas durante el proceso educativo que tanto necesita para su desarrollo” (Delgado.2002. s/p). Para Chávez Rodríguez (2011. p.9),la contradicción en cuanto a si es una ciencia o no la Filosofía de la Educación, debe partir del principio de que no tiene por qué haber oposición irreductible, ni mucho menos mutuo menosprecio, entre ciencia y filosofía, tal como creen los malos científicos y los malos filósofos. De lo único que podemos estar ciertos es que jamás ni la ciencia ni la filosofía carecerán de preguntas a las que intentar responder. María Amilburu (2010. s/p), define a la Filosofía de la Educación como: “… la aproximación al mundo de los fenómenos educativos desde una perspectiva filosófica. Se encuadra, por tanto, en el ámbito de la Filosofía Práctica pues constituye un saber de la acción, para la acción y desde la acción. En consecuencia, su fin principal no es tanto la contemplación de la realidad educativa como su mejora”.