CASO PRÁCTICO SOBRE EL ACOSO SEXUAL

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CASO PRÁCTICO SOBRE EL ACOSO SEXUAL

Vanesa, asistente de Orquestas Blues Band llevaba tres años trabajando en esta empresa cuando comenzó a sentirse acosada.

Siempre había sido una asistente singular, le gustaba su trabajo y disfrutaba con él. Recibía recompensas y agradecimientos por su constante aportación a la empresa. Es agradable y simpática y eso hacía que todos sintiesen un gran afecto por ella.

Todo empezó a empeorar cuando su jefe comenzó a agobiarla, le hacía quedarse hasta altas horas de la noche y parecía que sólo ella supiese hacer las cosas porque todo se lo encargaban a ella.

Al principio no le preocupaba mucho porque siempre le ayudaba el jefe y se quedaba con ella hasta que acabase.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que el trabajo le agobiaba pero que su jefe lo hacía aún más. Insistía en invitarla a cenar cuando se quedaban solos y en acompañarla a casa. Éste al recibir siempre la misma respuesta le encargaba más y más trabajo. Parecía descargarse con ella cuando algo iba más y la bombardeaba a llamadas.

Un día al finalizar la jornada acudieron a una cena de trabajo en un restaurante de otra ciudad cercana. Vanesa daba por hecho de que todos sus compañeros asistirían, pero al llegar allí sólo estaba su jefe. Ella le pidió explicaciones y la respuesta de él fue que esa era la única manera de conseguir cenar con ella.

A Vanesa no le pareció bien y disculpándose y alegando tener que hacer otras cosas se marchó educadamente.

Desde aquella noche todo fue mucho peor. El ritmo de trabajo que le hacía seguir era insoportable y el trato que ahora recibía por parte de su jefe estaba lleno de desplantes y malas caras.

Sus compañeros intentaban ayudarla quitándole trabajo y no dejándole a solas con el jefe; pero nada era suficiente, Vanesa no podía dejar que los demás se enfrentasen a su jefe porque acabaría perjudicando a sus compañeros. Ella no podía seguir ese ritmo: no dormía, estaba tensa, ya no disfrutaba en su trabajo y el ambiente con su jefe era insoportable. A todo esto, se le sumaba que su marido e hijo estaban perdiendo toda su atención.

Cuatro meses más tarde decidió que le resultaba imposible seguir así y decidió dejar el trabajo. No se atrevió a enfrentarse a su jefe y mandó una carta a la Junta General despidiéndose.



Sus compañeros le animaron a poner una denuncia, pero ella temía a su jefe y lo que pudiese hacer.

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