INTERNET DE LAS COSAS
El
«Internet de las Cosas, también denominado por algunos «Internet de los
Objetos» (IO) es un supraconcepto que caracteriza la próxima gran
transformación en la evolución de Internet1: su expansión más allá de la
comunicación entre las personas, o entre las personas y el contenido digital,
que ahora se extiende a miles de millones de objetos cotidianos. Los sistemas
IoT implican la adquisición de datos de sensores y la entrega de órdenes a
dispositivos que interactúan o forman parte del mundo real. También reconocen
eventos y cambios, y pueden reaccionar de forma autónoma y apropiada. El
Internet de las Cosas se equipará a menudo con electrodomésticos y bienes de
consumo, como las ropas tecnológicas (wearables) o los coches
inteligentes. La atención a este fenómeno es urgente por muchas razones. La
mayor parte del tráfico actual de Internet ya es originado por la interconexión
de los objetos, no de las personas, y las proyecciones globales del impacto
económico del IoT son potencialmente de once billones de euros para 20252.
También es apremiante porque la expansión de Internet en objetos cotidianos
utilizados por las personas crea retos de interés público sin precedentes sobre
cómo también transformará la intimidad-privacidad y la seguridad humana
(incluyendo la ciberseguridad).
CONCEPTO
El
Internet de las Cosas (IoT) hace referencia, como se ha adelantado, a una
tecnología basada en la conexión de objetos cotidianos a Internet que
intercambian, agregan y procesan información sobre su entorno físico para
proporcionar servicios de valor añadido a los usuarios finales. También
reconoce eventos o cambios, y tales sistemas pueden reaccionar de forma
autónoma y adecuada. Su finalidad es, por tanto, brindar una infraestructura
que supere la barrera entre los objetos en el mundo físico y su representación
en los sistemas de información.
Esta
integración de sensores y dispositivos en objetos cotidianos que quedan
conectados a Internet a través de redes alámbricas e inalámbricas ha
alumbrado, como apunta entre nosotros PUYOL MONTERO8, un nuevo modo de
interacción en el mundo físico, inspirado en la idea de ubicuidad y facilitado
por el desarrollo de las TIC y la industria electrónica. Se crea así una malla
de conexiones en el planeta que establecería una suerte de «sistema
nervioso mundial», donde la aldea global alcanzará a los objetos cotidianos.
El
término Internet de las Cosas (IoT) fue acuñado por primera vez por el pionero
de la tecnología británica Kevin Ashton9 en una presentación que realizó en
1999 para la multinacional Procter & Gamble, donde describía un sistema en
el cual los objetos en el mundo físico podrían conectarse a Internet a través
de sensores para automatizar la recogida de datos, propugnando su aplicación en
la cadena de suministro añadiéndoles etiquetas RFID (o identificación por
radiofrecuencia, Radio Frequency Identification), que más adelante
examinaremos con detalle.
En
la actualidad, además de los sistemas de etiquetas, tarjetas y transpondedores
RFID, los datos también se recaban mediante los sensores wireless, las cookies
así como otras tecnologías de seguimiento y captación de datos a las que
haremos próxima referencia en el capítulo siguiente. Así, en su origen, el IoT
nace como una forma de facilitar información, en la cadena de suministro, de
bienes a las empresas. Pero, con posterioridad, se extiende a todo tipo de
objetos –físicos y digitales–, a los animales, a las personas y a los entornos
o ambientes.
A
diferencia de otras tecnologías emergentes, como es el caso de la robótica, sí
existe un cierto consenso a la hora de definir su concepto. Como tal, la
noción10 se ha convertido en “un término popular para describir escenarios
en los que Internet, la conectividad y la capacidad de procesamiento de
información se extienden a una variedad de objetos, dispositivos, sensores y
elementos cotidianos”, incluyendo –como quedó apuntado– automóviles,
edificios, termostatos, monitores de salud y rendimiento deportivo o
carreteras. De este modo, el IoT incorpora la dimensión de cualquier cosa a
las TIC, que ya ofrece capacidades de operación en todo momento y en cualquier
lugar, y transforma así objetos tradicionales (pasivos) en inteligentes (y
activos).